Con respecto a la noticia que expongo, puedo manifestar lo siguiente:
Lamentablemente, en tiempos donde nadie respeta a nadie como diría Fito Páez, debemos de crear leyes para generar A LA FUERZA concientización de respeto a un otro. Es así como es posible detectar varios ejemplos sociales que ejemplifican esta cuestión. Una de las situaciones más recurrentes actualmente, tiene que ver con el auge de la tenencia “irresponsable” de las mascotas en nuestro país. Los animales no tan sólo han suplido a los hijos que no están naciendo en las nuevas configuraciones de familias en nuestro país, sino que además se han agregado a las que ya tienen hijos formando una formidable cantidad de masa perruna y gatuna, quizás como nunca antes se había visto. Es cosa de caminar por cualquier barrio del país y empezar a prestar atención sobre desde cuantas casas nos empiezan a ladrar. Te darás cuenta que la mayoría de las casas tienen mascotas y además, no se trata de un solo perro por casa, sino que a veces son varios aunque el patio y/o el departamento sea pequeño. Ahora, porqué me refiero a tenencia “irresponsable” de mascotas. Porque es muy usual que los dueños de esas mascotas, pese a las leyes, dejen a sus perros y gatos sueltos, ya sea en el vecindario, ya sea en la visita a la playa, en restaurantes, en fin, dónde sea. Quizás que el gato se orine y defeque en el patio del vecino o en sus hermosas plantas e inclusive en su auto, no sea tan grave, pero que el perro ataque a una persona inocente, si lo es. Es recurrente encontrarse en estos contextos con perros sueltos, la playa por ejemplo, y el perro suele tirarse encima de uno, la mayoría de las veces por jugar pues están felices. ¿Pero dónde está el derecho de estar en la playa sin que un perro se me tire encima si así yo lo quiero? En realidad, quiero decir que uno va a la playa simplemente para estar en la playa, no pensando necesariamente si quiero o no que un perro se me tire encima, aunque sea por jugar! Cuando uno le pregunta a los amos de estos animales por sus perros, generalmente responden; “no se preocupe, si no hace nada…”. Me parece fenomenal el grado de conocimiento que tienen sobre sus mascotas, que conocen hasta lo que sienten, piensan y el cómo van a reaccionar segundo a segundo… Lo que no me parece para nada es que ellos atribuyan que a mí me debe agradar que su perrito se me tire encima por jugar, que me debe parecer algo entretenido y que debo aceptarlo como parte del contexto playero… Este ejemplo, se replica en todo lugar público que se imaginen. Otro ejemplo, en un restaurant había un perro al lado de nuestra mesa. Le preguntamos a la mesera por el perro y su respuesta fue; parece que es de al lado, porque se ve que está bien cuidado… la garzona en ningún momento se cuestionó si nos parecía adecuado o no que un perro estuviese al lado nuestro. Luego de unos minutos, el perro se paró y dirigió hacia la cocina, una de las garzonas le empezó a hacer cariño. Esa misma garzona luego servía los ricos pancitos calientes con mantequilla y pebre en las mesas ¿rico o no?. Ese mismo día, iba caminando por una vereda y frente a la pastelería un hombre tenía 3 perritos con su correa respectiva ¿ustedes creen que hizo algún esfuerzo por correr sus perritos de la vereda? Obvio que no, el que tuvo que rendir pleitesía a sus hermosos enanitos fui yo, corriéndome de la vereda. Además, todos sabemos lo “choros” que son los perros chicos, más con la presencia de su amo, entonces para qué exponerme a la mordida filuda de esos demonios y para el “proactivo” de su dueño me dijera; “no se preocupe, no hacen nada”… no gracias, no me voy a exponer a eso, pues la posible mordida la tendré que vivir yo, no él, ¿verdad? Tengo ejemplos peores, como cuando salgo a andar en bici y en cierta parte de la ruta de Puertas Negras (Talca) varias veces me ha salido persiguiendo una jauría de perros y también un vecino de ellos, un perro akita de unos 70 kilos. Ambas situaciones, porque los animalistas dueños, dejan los portones abiertos, porque de seguro que sus perros no hacen nada, ¿verdad? Afortunadamente, gracias el estimulo de esos perritos, he batido mis propias marcas en velocidad.
Lamentablemente, gente muy cercana a mí ha sido atacada por perros, debiendo ser auxiliada, atendida por sus heridas y asistida con las debidas inyecciones antirrábicas. En las noticias, cada cierto tiempo, hemos sido testigos de personas fallecidas por ataques de perros.
En este punto el lector debe pensar que soy un antianimalista, esto porque nos tienen adiestrados (cuales animalitos) a pensar en dualidades opuestas. Es decir, si no apoyo la presencia de los perros en esas circunstancias, quiere decir que no los quiero y no me gustan. Por lo tanto, soy una persona altamente funable por ser un sádico antianimalista. Sin embargo, a los que llegasen a insinuar eso, les respondo; mis programas de TV favoritos cuando niño eran; “el mundo Salvaje de Lorne Greene y la Tierra en que Vivimos”, a los 12 años pertenecía al Club de los Ecoguardianes y tuve varias mascotas; 14 años vivimos junto a La Princesa (cocker Spaniel), también tuve un gallo “El Palomo”, catitas, criamos 3 generaciones de gatos callejeros y una tortuga que vive hasta el día hoy. Lo anterior, no significa entonces que mi gusto por los animales sea el gusto de todos. Eso es tener un cierto nivel de conciencia, por lo tanto, un cierto nivel de inteligencia y, por ende, de RESPETO.
Para dejar a los animales tranquilos (ellos no tienen la culpa, sino quienes los crian). Voy a exponer otros ejemplos de estos tiempos en que nadie respeta a nadie:
- Cuando en el supermercado palpan el pan sin usar las tenazas.
- Cuando en el bus o en la playa escuchan música todo volumen
- Los vendedores de la playa.
- Cuando piden hora de consulta y no avisan su inasistencia.
- Los autos y motos con motores enchulados para despertar a toda la ciudad.
- Los locales comerciales con música y locutores que dan hacia la calle con el volumen al máximo.
En fin, de seguro ya entiendes el punto y se te ocurren muchos ejemplos más. Te invito a exponerlos aquí 😉
By DMC.