Antes de la existencia de la Ley de Divorcio en Chile, el matrimonio que quería separarse debía recurrir a la Anulación para poder hacerlo; es decir, la pareja en conjunto con el juez pertinente, buscaban algún subterfugio para declarar que el matrimonio nunca fue válido. En otras palabras, se armaba una puesta de escena en la que todos sabían que estaban mintiendo, la pareja, los posibles testigos y el juez se mentían a sí mismos y a los demás, pero actuaban de manera distinta a la mentira de fondo, recreando una supuesta “verdad” para conseguir la anhelada anulación del matrimonio. Todo el proceso en cuestión era una MENTIRA.
Similar caso es posible de observar hoy en día con el uso obligatorio de la mascarilla, pues algo mágico pasa cuando se ingresa a un local de comida, pues pareciera que el bicho deja de contagiar cuando se está comiendo… y qué me dicen de los clientes del gimnasio que usan la mascarilla en el mentón! al parecer el virus entraría por la pera cuando se está haciendo ejercicios. Sin embargo, nuevamente ocurre algo fantástico cuando entran los fiscalizadores al recinto deportivo, pues se genera de manera espontánea una actuación en la que cada uno de los participantes comienza a ejecutar su personaje de manera perfecta, con un guion personal y grupal perfectamente sincronizado, pese a que no se haya realizado ensayo previo. Entonces, los clientes se instalan correctamente la mascarilla, los fiscalizadores constatan dicha exigencia y respaldan el trabajo responsable de los encargados del gimnasio, quienes agobiados de estar tantas horas con el adminículo puesto en sus narices, se lo vuelven a bajar al mentón apenas se retiran los de la ley, dando por finalizada la gran obra llamada “EL USO RESPONSABLE DE LA MASCARILLA”. Nuevamente todos actuando una MENTIRA.
Este mecanismo de vivir actuando una mentira haciendo parecer que se ejecuta una verdad, pareciera ser una representación propia de nuestra idiosincrasia, puesto que allende de los andes, por ejemplo, nuestros vecinos argentinos se caracterizan por ser exactamente al contrario, es decir, directos y asertivos. Y es así como la Ministra del Interior Izkia Sichez fue duramente criticada por esbozar una sonrisa luego del funeral del carabinero baleado en su cabeza, porque el mecanismo falló, ella como una novata en su personaje no supo llevar su actuación de Ministra tal cómo requiriera el cargo, dejando ver, por unos segundos, su verdadero sentimiento y pensamiento respecto a tal muerte e institución a través de una criticada sonrisa en medio de un ambiente de desconsuelo y dolor.
En política este mecanismo resulta esencial y nuestro actual Presidente es el MAESTRO máximo, tanto así que uno de sus apodos es de “El Volteretas”.
En la segunda imagen recibiendo pifias de la misma gente que confió y votó por él. Así como también cuando se recuerda a la difunta líder comunista Gladys Marín, lo que más se connota es acerca de su consecuencia. ¿Desde cuándo el ser consecuente debe ser expuesto como un valor a admirar? ¿Acaso no debiese ser el estándar mínimo con el cual una persona debiese funcionar? Y es que claro, una persona consecuente, en un país de inconsecuentes probablemente destaque como el tuerto entre los ciegos. Y es que en este ámbito los ejemplos sobran; con políticos que se auto-donan como Jackson o con partidos políticos tales como el Socialista y Comunista, que “llenan la boca” exigiendo la ayuda para y por el pueblo, pero resulta que son los más ricos del país con inversiones en empresas de gente de ultraderecha, tales como Soquimich que controla el yerno de Pinochet y Cía. Así tal cual le pasó a Izkia y Boric en su paso a ser autoridades de gobierno, deben empezar a corresponder su cargo y lidiar con otro tipo de gente, ya no con el pueblo que los escogió. Por lo tanto, comienza la mentira interna entre lo que son, hacen y dicen ser.
Nos preguntamos qué consecuencias acarrean tamañas incongruencias entre lo que se dice, piensa y hace en nuestra población. Y luego nos quejamos de la falta de representatividad por parte de nuestras autoridades… el pueblo se siente engañado y estafado, pero una vez más serán engatusados por el farsante de turno que oportunamente les dirá lo que ellos quieren oír. Y antes que el lector me acuse de facho por no ejemplificar con los del otro bando político, le quiero decir que esta cuestión es transversal, cruza todo tipo de clasificación social y es por eso que manifestamos que el gran problema de nuestro país es LA SONRISA DE IZKIA, pues su sonrisa es nuestra sonrisa también, la que desde pequeños se nos enseñó y esbozamos en una mentira tras mentira, cómo cuando el niño se cae de la bicicleta, sufre una herida y rompe en llanto, prontamente su cuidador le dice; “no duele, no duele, ya pasó…” lo cual es una gran MENTIRA. O como cuando tu amiga te regala un arito o chaleco que no te gustó, pero sólo lo usas cuando estás con ella como demostración de agradecimiento, lo cual también es una MENTIRA. Ok, son mentiras piadosas y con una buena intención, pero qué me dicen de aquellas familias cuyos padres llevan toda una vida casados aparentando ser una familia feliz para el resto, pero por dentro ese hogar es un verdadero infierno. Están también aquellos padres que brindaron y/o prometieron amor y protección a sus hijos, pero tras la separación son desaparecidos en acción. O aquellas parejas dónde se demuestran amor por doquier, pero existe un tercero(a) y la lista suma y sigue dónde el denominador común es la MENTIRA. Las repercusiones a nivel psicológico que pudiesen ocasionar estas prácticas de la mentira son insospechadas. En mi práctica profesional he podido constatar cómo pueden perjudicar toda una vida de alguien inocente que se ha visto envuelto en este tipo de situaciones. Ya en los años 50’ el biólogo Gregory Bateson esbozaba que la esquizofrenia se producía por un Doble Vínculo, en las cuales el sujeto recibía mensajes contradictorios de manera recurrente y que son imposibles de procesar de una manera lógica, por ejemplo; el padre que le pegaba con la correa a su hijo diciéndole al mismo tiempo: “te pego porque te quiero”. Esta teoría tuvo mucho asidero en los científicos sociales, no así tanto en el campo de la medicina que hasta el día de hoy se basa en criterios diagnósticos y tratamientos farmacológicos. Al respecto; ¿y qué me dicen de los médicos? los cuales realizan el juramento hipocrático, pero al momento de pedir hora con bono, no tienen hora disponible aunque si mencionas que pagas particular, mágicamente se abre un cupo y el mismo día!, es decir, que no tengan cupo es otra gran MENTIRA.
Y los profesores de educación física, que cultivan una gran panza, otra MENTIRA. Y los curitas… y los pastores… en fin. La sonrisa de Izkia está en todos lados.
El gran problema de vivir insertos en este mecanismo, es que pierdes la individualidad, pues empiezas a formar parte de la masa, de la ideología del momento pues no vaya a ser que te funen y te mientes a ti mismo, mientes a los demás (para no sentirte excluído(a) dices y haces lo que se supone los demás quieren) y te vas perdiendo como persona, ya no te conoces y comienzas a conformarte y ser un ser reactivo (como el tema de las mascarillas y vacunas). Esta pérdida de tu identidad impide que los demás conozcan quién realmente eres y lo más lamentable aún, es que puedes llegar a viejo sin conocerte y habiendo sido un proyecto de persona que nunca llegó a concretarse. Lo que sí es cierto es que sonreíste, pero muchas veces tu sonrisa fue la sonrisa de Izkia.