Al menos tal y cómo lo conocíamos… el punto final, la guinda de la torta, el punto de la i que justifica tal declaración, son precisamente los eventos recientemente acaecidos dentro del acontecer criminal nacional. Un importante personero de gobierno y un afamado exfutbolista acusados de violación en similares circunstancias. Otrora, estos eventos servirían para un apasionado guión de teleserie o tal vez una erótica película hollywoodense tipo “Las 50 Sombras de Grey”. Examinemos entonces a qué me refiero:
Guión 1: Una esforzada profesional provinciana, cumpliendo más allá de sus mayores sueños, llega a trabajar a la casa de gobierno cumpliendo labores de asesoría para un poderoso ministro, el cual se fija en ella en lo profesional y también en lo personal, obnubilándose por sus encantos, perdiendo sus estribos, por lo que no tan sólo le sube el sueldo y de cargo, sino que además la invita a salir, dejando de lado sus labores profesionales y también su fidelidad para con su familia, para dar curso a un apasionado y secreto romance con su subordinada.
Guión 2: ELLA es una joven tatuadora que exhibe su trabajo por redes sociales. De pronto toma contacto con ELLA un popular y acaudalado exfutbolista gracias a su paso por Emiratos Árabes. Según le dice EL, está interesado en su trabajo, pues quiere realizarse un tatuaje más en algún pedazo de piel libre de tatuaje que le vaya quedando. ELLA está emocionada, pues sabe que esto le traerá buenos dividendos laborales, pero nunca esperó que EL comenzara a establecer una relación con ELLA, que la invitara a salir y algo más, pues EL se codeó con reconocidas modelos e incluso con políticas del país. Ahora EL se muestra interesada en ELLA y lo demás, es historia sabida.
Lo que podría haber sido guiones de película, terminaron siendo en condenables historias criminales, independiente que se prueben o no las acusaciones de violaciones, una de las partes está mintiendo, faltando a la verdad y tratando de sacar algún tipo de provecho destruyendo al otro y eso ya es criminal.
En sociedades más desarrolladas, en dónde este tipo de situaciones ya habían ocurrido, se instauró la firma del consentimiento sobre el sexo consensuado. Incluso, existen ya en nuestro país aplicaciones en la que se puede dar fe de dicho consentimiento. Imagínense entonces, que la antigua invitación a salir, conocerse, pasarlo bien y que al calor del buen baile, comida y traguito, se enciendan las pasiones para dar paso al deseo carnal entre los amantes, se vea interrumpido por la exigencia de la firma y concesión de los derechos sexuales entre ellos. Para luego retomar las acciones, dónde habían quedado. Se murió el Amor.
Ahora, no estoy diciendo que esto sea bueno o malo, de hecho, resulta necesario tal y cómo están las cosas hoy en día. Pero como sexólogo sé que es malo para el surgimiento del deseo sexual, el cual se ve interrumpido por esta maniobra o contrato entre los participantes, así como el uso del preservativo interrumpe los actos sexuales… pero no importa, existe el viagra usado incluso por jóvenes sub 21 buscando la seguridad en su performance. Se murió el Amor.
Es muy probable que el lector avezado, me increpe por cuanto estoy homologando el deseo sexual con el amor, pues tiene toda la razón, no es lo mismo, pero sí el deseo es un componente fundamental del amor. Así al menos lo establece Sternberg con su triángulo sobre los pilares del Amor de Pareja, en dónde la pasión sería el estado intenso de deseo de unión con el otro. Hace referencia a la atracción física y el impulso o la necesidad de estar con la otra persona y mantener relaciones íntimas.
Empero, no tan sólo se necesita de un consentimiento informado para matar al amor tal y cual lo conocemos. Se requiere también de un estilo de vida que contraviene todo aquello que huela a romanticismo o “cursilería”, todo con el apoyo irrestricto de la tecnología que viene inserta en el sistema nervioso de los sub 40. Es decir, si antes se cantaba canciones como la de Luchito Jara:
“Ámame, ámame, ámame
Olvida el fracaso, entrégame el alma
Tu cuerpo de niña, tu pena de amor
Ámame, ámame, ámame
Caminemos juntos, haciendo del mundo
Un jardín de rosas, un verso de amor
Ahora, se corean canciones como la de Bud Bunny:
Tal vez mi música no sea sana
Pero yo no me inventé el sexo ni la marihuana
Pa’l carajo los que me critican
Estamo’ haciendo chavo’ y eso les pica, ey
Aquí to’s fornican, la mesera y el que predica
Acho, mami, está’ bien rica
Envíame fotito’ de la Young Mika
Que me tiene overthinkin’
La noche se puso kinky
Tres deo’ en el toto, en el culo, el pinky
Las moña’ violeta como Tinky Winky
Una nalgada y la dejo como Po, ey
Le doy por donde hace pipi, por donde hace popo
Si antes se enviaban flores y/o extensas misivas escritas a mano (denotando el uso del tiempo, dedicación e inspiración), ahora mediante un click se dispone un arsenal de plantillas, emoticones, música y un largo etcétera para manifestar el “amorsh”. Estas maniobras son tan rápidas como la duración de las relaciones. La posibilidad tanto de encontrar y cambiar de pareja se aceleró de manera exponencial gracias a aplicaciones como Tinder por ejemplo.
En mi quehacer clínico he atendido en diversas oportunidades a preadolescentes que ya han vivido su primer gran amor y desamor (de ahí el motivo de consulta), con otros pares que conocen (o creen conocer) sólo a través del contacto virtual, muchas veces el enamorado(a) está fuera del país y nunca, pero nunca se han visto en persona.
La digitalización del amor a traído como consecuencia el surgimiento de fenómenos sociales novedosos, tales cómo el Ghosting y el Orbiting, cuyos videos explicativos os dejo al final de estas líneas para ilustrarlos al respecto.
Si seguimos retrocediendo en el tiempo y llegamos a la temprana infancia, también encontramos acciones que van en contra del amor tal y cual lo conocemos. Si antes se educaba mediante una concepción de roles de género, es decir, los niños y niñas debían comportarse y actuar según lo estipulado socialmente, haciéndose una distinción sobre la ropa, juguetes, juegos y canciones entre otros, hoy en día en cambio dónde todo es posible y no hay límites y todos pueden hacer y ser lo que quieran, esa distinción resulta arcaica, nociva y patriarcal. Ya no habrá más cuentos sobre el príncipe azul, por ejemplo… En este punto me interesa recalcar al lector que en el presente escrito no estoy haciendo un juicio de valor si lo de antes era mejor o no que lo de ahora, simplemente me interesa constatar los cambios, las diferencias. El tiempo dirá probablemente si los cambios nos favorecieron o no como humanidad. Sólo sé y estoy seguro, que el Amor tal y cómo lo conocíamos se murió, lo que trae aparejado una enormidad de cambios en nuestro diario vivir, desde cómo serán los nuevos guiones de las películas y teleseries (puesto que el concepto de galán como tal ya no sirve según lo expuse en los guiones 1 y 2), hasta como nos relacionamos cuando nos relacionamos sexualmente. Dichos cambios ocurrirán más rápidamente que nuestra propia capacidad de adaptación a los mismos, desde ahí se originarán muchos trastornos mentales, para eso estamos.
By DMC.